La Cúspide de Luz
Desde que nacemos, el entorno nos lleva a creer que estamos en una trayectoria de vida que debe seguirse para lograr cumplir con los estándares aprendidos, que sumados a los auto impuestos, no nos damos cuenta que estamos en una competencia de logros que no necesariamente nos llevará a llenar nuestros vacíos interiores. Así que la escalada de metas puede terminar sin mucho sentido, si no interpretamos lo que realmente hemos venido a hacer.
No se trata de correr por la vida cumpliendo con los entregables de cada etapa, realmente estamos avanzando hacia una cúspide que, lejos de tener características materiales o suplir las necesidades de nuestro ego, este es un proceso de descubrimiento hacia nuestro verdadero potencial, nuestra verdadera esencia.
Siendo así, estamos en un momento de la tierra y de nosotros mismos, encontrando ese sentido genuino, esa mágica pulsación que nos lleve elocuentemente hacia algo que nos haga sentir inmensamente vivos, coherentes, sincrónicos, legítimos y despiertos. Es la ruta que nos conduce a nuestra propia cima, nuestra cúspide de luz, esa que vinimos a escalar, donde nosotros elegimos la inclinación y los retos del recorrido.
¿Cómo? a través de nuestras elecciones y la forma como las asumimos
Si encontramos la manera de conectar con aquello que realmente tiene sentido y nos vincula con la coherencia de quienes somos y lo que hacemos, la cúspide de luz se encenderá y amorosamente se despejará el camino. No importa cuanto hemos tardado en reconocer que estamos atrapados en una zona de confort, lo importante es verla y al hacerlo desde el discernimiento que genera esa realidad, pedir al universo las señales y la nitidez de su respuesta no tardará en mostrarnos los pasos a seguir.